Cuando nos estamos ahogando en la realidad pasamos de pagina y entramos en ese mundo que existe en nuestro interior, ahí donde se conservan todos esos recuerdos, esos momentos en que sentías que la felicidad habitaba en tu alma y te sentías libre de problemas, vivías sin preocupaciones porque solo eras una niña, nada podía pasarte. La decisión fue una y ya no hay marcha atrás, no podemos borrar lo vivido. Arriesgas todo por tu futuro, pero al luchar, sientes como nada esta cambiando, nada mejora y aumenta la distancia de la fe de nuestra alma, dudando de quienes somos, que queremos y que será de nosotros. El miedo ya no es el que era, Dios esta contigo y el destino nos guía pero, dejando muchas dudas, demasiadas. Hacen que tu mente no pare nunca y por mucho que buscas no hay espacio en blanco. Encuentras esas huellas que un día algunas personas dejaron, puedo recordar algo que me dijeron al ser solo una niña que me dejo con una duda desde hace muchos años, ese día, lo recuerdo tan bien, mis lagrimas no dejaban de caer, parecían infinitas porque sabia que jamás volvería a escuchar su voz, sentir sus brazos en mi, aprender de ella... pero ahora después de nueve año logro entender eso que tanto me hizo pensar; tu destino final no es la muerte ni termina todo, la muerte el inicio de una vida eterna.

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